Caroll Patricia Terán Díaz1
Se dice que la vulnerabilidad tiene rostro de mujer... y en el caso de la educación pareciera no ser la excepción de la regla.
Cifras de la UNESCO2 dan cuenta de que existen 781 millones de adultxs analfabetxs en el mundo. Esta realidad se ceba especialmente con las mujeres, que representan dos terceras partes de la población mundial que tienen amplias dificultades para leer y escribir. Hecho que además se reconoce, tiene un desarrollo con las mayores brechas, en lugares como el sur de Asia, el norte de África y en África Subsahariana.
Pero... a ello se une una realidad que agrava aún más el problema, y es que cuando superamos la barrera del analfabetismo, nos ahogamos en las aguas sinuosas de la educación sexista.
Una educación que persiste bajo los principios de mantenimiento del patriarcado en donde se exacerba el juego de los roles y estereotipos de género y se refuerza la discriminación femenina en múltiples áreas, particularmente en espacios como el ámbito laboral, el entorno familiar y los escenarios públicos de poder.
Para luchar contra esta realidad, en el año 1990, la Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina y el Caribe3 (REPEM), reunida en Paraguay, declaró el 21 de junio como Día Internacional de la Educación no Sexista, todo ello con el propósito de sensibilizar y promover la enseñanza para todos y TODAS, además de erradicar el racismo y la exclusión, especialmente la dirigida a las mujeres, niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y adultas mayores.
El llamado ha sido, a poner la lupa en la necesidad de instar a la reflexión y el análisis, para incentivar la motorización de una educación democrática (hecho que por cierto para Beane & Apple (1997)4 no se produce por casualidad) que sea respetuosa de la diversidad social, cultural, sexual, etaria y de condición física, en donde se cuestionen los estereotipos y se reviertan prácticas discriminatorias, tanto en el ámbito público como en el privado.
Precisamente bajo esa línea y alzándose como uno de los antecedentes históricos en pro de la decisión de asumir este día, en el año 1985, durante la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz5, que fue celebrada en Nairobi, en un momento además en el cual se sentía que el movimiento por la igualdad de género finalmente había ganado un verdadero reconocimiento mundial6, y eso quedaba plasmado en este encuentro que logró reunir a más de 15.000 representantes de organizaciones no gubernamentales, se consideró a la “educación como la base para la mejora de la condición jurídica y social de la mujer”.
A ello se unió cinco años más tarde, que como parte de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, "Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje"7, desarrollada en Jomtien, Tailandia, se emitió la Declaración Mundial sobre Educación Para Todos, que fue aprobada por 155 países y más de 150 organizaciones, y en la cual se estableció que “la prioridad más urgente es asegurar el acceso a la educación de niñas y mujeres, mejorar la calidad de la educación y eliminar todos los obstáculos que traban su activa participación [con lo cual] deberían eliminarse todos los estereotipos de género en la educación”.
Sin embargo, el punto realmente cumbre se buscó con la promulgación de la Plataforma de Acción Mundial8 que se alcanzó en el marco de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, y en la cual se propugna la eliminación de la discriminación en la educación a todos los niveles, el fomento de sistemas de educación sensibles a las cuestiones de género y la promoción de la igualdad de oportunidades para la mujer en materia de educación y capacitación.
Dentro de las propuestas en la Plataforma, acerca del tema de la educación, se sustenta la necesidad de:
• Asegurar la igualdad de acceso a la Educación para las mujeres de todas las edades.
• Erradicar al analfabetismo, asegurando el acceso universal de las niñas a la Enseñanza Primaria y Secundaria antes del año 2015.
• Aumentar el acceso de las mujeres a la formación profesional y crear programas educativos para mujeres desempleadas.
• Velar para que las instituciones educativas respeten los derechos de las mujeres y niñas a la libertad de conciencia y religión.
• Promover una Educación no discriminatoria, eliminando todo y cualquier dispositivo legal que establezca diferencias por cualquier forma de discriminación.
• Elaborar currículos y libros didácticos libres de estereotipos para todos los niveles de enseñanza, incluyendo la formación de personal docente.
De más está decir que muchas de estas tareas aún siguen en la sección de pendientes. Sin embargo, el camino se sigue andando y tal como lo propugna la Confederación de Sindicatos de Trabajadoras y Trabajadores de la Enseñanza9 de España urge una escuela no sexista, inclusiva y feminista que erradique de una vez por todas estas discriminaciones tan enraizadas hasta nuestros días.
Bien lo plantean catedráticas como Marina Subirats y Amparo Tomé10 quienes aseguran que vamos adquiriendo los roles y estereotipos de género desde los primeros años de vida. Bajo esa premisa, Luisana Gómez (2010)11 nos recuerda que el foco se sitúa en el hecho de que:
“(...) popularmente las sociedades, y por ello las personas, tienen la creencia de que muchos de los comportamientos, características, así como tareas y funciones que se le endosan a las mujeres y a los hombres tienen su razón de ser en el hecho de haber nacido hembras o varones, es decir, por ser de sexo femenino o masculino”
De esta manera a las mujeres y los hombres “nos van enseñando desde pequeñxs” cuál debe ser nuestro comportamiento, de acuerdo al sexo que la biología nos asigna (tema en el cual hay mucha tela que cortar también pero que tendrá que ser objeto de análisis en otro momento). Y ello es tan claro!!! nada más observar que generalmente entre los 6 y los 7 años, encontramos a niñas ya que, si bien ya han abierto la compuerta a verse “trabajando” en el entorno público, indiscutiblemente se reconocen de manera “natural” formando una familia con hijxs, mientras que los varones imaginan sólo su carrera profesional, pues su entorno de acción desde el primer momento es en la vida pública.
Todo ello, nos lleva a pensar entonces que si queremos una auténtica educación en igualdad, hay que empezar durante las primeras etapas de formación y con una educación que vaya más allá del binarismo de género, en donde por ejemplo los chicos son “campeones” y las chicas “princesas”.
En esa línea, sería lógico pensar que los planes de Igualdad deberían garantizar el desarrollo de una educación no sexista en los centros educativos, introduciendo en los contenidos el papel de las mujeres y su contribución al desarrollo de la sociedad, la cual ha sido silenciada e invisivilizada a lo largo de la historia.
Asimismo desmitificar el uso de un lenguaje incluyente, el cual por sectores machistas ha sido ridiculizado, cuando en realidad con el mismo se pretende reconocer la necesidad real que tienen las mujeres de sentirse identificadas y reconocidas.
Urge además el promover la corresponsabilidad en el trabajo doméstico y en el cuidado de las personas de forma igualitaria entre las y los estudiantes. Sin dejar por fuera la necesidad de trabajar en pro de la prevención de la violencia de género desde las primeras etapas, enseñando desde la emoción a nuestros jóvenes el “querer bien”, con respeto y dignidad.
Tal como lo rescata el movimiento feminista Confederación Intersindical Organización de Mujeres12 no es solo una cuestión meramente de cantidad, sino de calidad, que va más allá de los contenidos estrictamente académicos y se plantea el tema desde la educación afectivo sexual, donde debe privar el respeto por encima de la cosificación pornográfica, y superar el mito del amor romántico, en donde se culpabiliza a las mujeres/víctimas y se enseña a los niños muchas veces a convertirse en agresores.
El llamado es a reorganizar esos patios patriarcalizados, a impedir que existan bibliotecas escolares sin autoras o planes de “coeducación” que se limiten tan sólo a celebrar días concretos, pues como lo describe Aguilar (2015)13 existen suficientes evidencias que permiten pensar “que la escuela crea y fomenta la separación, la discriminación y la opresión de las mujeres desde los primeros niveles del sistema educativo” propiciando prácticas que contribuyen a marcar un diferencial en cuanto a éxitos, logros y autoestima entre los sexos.
En todo caso, el llamado es a luchar por un espacio que permita el desarrollo real de las mujeres, a las que luego de superadas las barreras educativas, les toca afrontar mayores dificultades en sus entornos laborales, con poco acceso empleos dignos, sueldos hasta 30% menores a los que ganan sus compañeros en puestos similares, un techo de cristal que les corta el acceso a cargos directivos y un suelo pegajoso que les presenta serios obstáculos para conciliar su vida personal con la laboral, si quieren ser madres. Todo ello bañado por el machismo que muchas veces las somete al acoso y en el peor de los casos a la violencia basada en género
Es claro entonces entender que la bandera a enarbolar en esta lucha es la de la educación no sexista, donde se le otorgue el lugar justo a la mujer, hecho que se alza como la herramienta fundamental en pro de la transformación y el logro de una sociedad libre, democrática, fraternal y sobretodo sorora, muy en línea con la propuesta que en el país impulsó en su momento, la muy recordada Argelia Laya, quien proyectó el programa “Educando para la Igualdad” mediante el cual se implementó una educación que eliminó el sexismo en el proceso educativo y que vale el esfuerzo repotenciar.
Hoy más que nunca, nos corresponde cuidar los logros alcanzados y seguir estimulando cambios e incluso hacer frente ante quienes quieren hacernos involucionar en terrenos medianamente ganados.
1 Investigadora con enfoque de género. Perteneciente al equipo de Comunicaciones de CEDESEX.
2 UNESCO (2016) “Global Education Monitoring Report Team (GEM Report)”. Consultado en: https://es.unesco.org/gem-report/tags/analfabetismo
3 Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina y el Caribe. Consultado en: http://www.repem.org/index.php/
4 Beane, J.A. & Apple, M.W.(1997): "La defensa de las escuelas democráticas". En Apple, M.W. & Beane, J.A. (Comps.) Escuelas democráticas. Madrid: Morata, pp.13-47.
5 ONU (1985) “Informe de la Tercera Conferencia Mundial sobre la Mujer”. Consultado en: https://www.cubaencuentro.com/derechos-humanos/derechos-de-la-mujer/documentos-conferencias-mundiales-sobre-la-mujer/nairobi-1985-informe-de-la-tercera-conferencia-mundial-sobre-la-mujer
6 ONU (s/f) “Igualdad de género”. Consultado en: https://www.un.org/es/sections/issues-depth/gender-equality/index.html
7 Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2000) “Foro Consultivo Internacional sobre Educación para Todos. Declaración Mundial sobre Educación Para Todos”. Consultado en: https://www.oei.es/historico/efa2000jomtien.htm
8 ONU (1995) “Fourth World Conference on Women”. Consultado en: https://www.un.org/esa/gopher-data/conf/fwcw/off/a--20.en
9 STEs-Intersindical (2020) “21 de junio. Día Internacional por la Educación No Sexista”. Consultado en: https://www.stes.es/21-de-junio-dia-internacional-por-la-educacion-no-sexista/
10 Convives (2014) “Entrevista a... Amparo Tomé y Marina Subirats”. Consultado en: https://drive.google.com/file/d/0BwmG_rAXpAZfT3hvNU1FZlBkLVk/view
11 Fundación Juan Vives Suriá. FJVS (2010). “Lentes de género. Lecturas para desarmar el patriarcado”. Serie Derechos Humanos. Género y Derechos de las Mujeres no. 1. Luisana Gómez (ed.). Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/fundavives/20170104031339/pdf_138.pdf
12 Confederación Intersindical Organización de Mujeres (2019) “21 de junio Día Internacional por una Educación No Sexista”. Consultado en: http://organizaciondemujeres.org/21-de-junio-dia-internacional-por-una-educacion-no-sexista/
13 AGUILAR, Consol. (2015) “Mirando a nuestro alrededor: cotidianeidad en educación, género y ciudadanía” En Aparicio, M. & Corella, I (eds.). Nuevos contextos y prácticas en la educación permanente. Mujeres y hombres en el cotidiano educativo. Ediciones del Instituto Paulo Freire, 2015, pp. 39-70. ISBN: 978-84-941213-6-4